Mostrando entradas con la etiqueta abandono. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta abandono. Mostrar todas las entradas

sábado, 26 de octubre de 2019

Día 67


Blog de Mariano Re
26 de octubre 
No le debo a nadie nada, pero sí, tal vez, debería pagar la deuda que tengo con este diario y escribir varias y extensas entradas, por todos estos días pasados en los que no escribí ni un solo verbo.
No me excuso. Aunque no voy a negar que he cuestionado mi compromiso con la escritura de este diario en más de una ocasión. Porque el motivo de mi abandono no ha sido otro que el abandono mismo. Me abandono a la vida y esta me arrastra en su cauce. Me sacudo entre troncos y piedras y otros desechos que también son arrastrados por el caudaloso discurrir de la vida. 
Pero bueno, veo que me estoy poniendo demasiado poético y lo que quería decir es que han pasado muchos días y cada vez que pasaba por delante de mi computadora la miraba de reojo, haciéndome el desentendido. Lo más probable es que no tuviese nada que decir. Eso es todo. Y aunque ahora tampoco tengo nada para decir, por lo menos algo digo. Digo que no digo nada, que es mucho más de lo que otros pueden decir.
Postdata: al menos en estos días en los que no escribí nada, tuve tiempo para leer Solenoide, de Mircea Cârtârescu, y creo que me explotó una venita en alguna parte del cerebro, que desató en mí una felicidad desconocida. Estuve a punto de salir a visitar las inmobiliarias de mi ciudad, para ver si alguien alquilaba una casa que tuviese enterrado debajo de esta un solenoide, y así poder flotar por mi habitación con solo apretar un interruptor. Menos mal que unos amigos me disuadieron alegando que probablemente me habrían sacado a patadas de las inmobiliarias. Así que me quedé con las ganas. 


lunes, 8 de julio de 2019

Día 56 (bis)

Levrero (Mariano Re)













8 de junio
Me aburro.
Leo, pero no me concentro. Me duele el cuello. Tampoco logro sentarme a trabajar, así que doy vueltas por la casa. Hago cosas rutinarias para olvidarme de que me aburro y de que me duele el cuello. No funciona, sigo aburrido y dolorido. Me pongo a hacer unos ejercicios para estirar el cuello, pero el alivio dura solo unos segundos. Me siento, me levanto, me vuelvo a sentar. Me siento culpable por no estar escribiendo, así que me siento a escribir. En realidad escribo más bien por puro aburrimiento. Me pregunto si servirá de algo y en seguida me viene a la cabeza una frase de Mario Levrero que decía que "vale la pena llegar al aburrimiento, tocar el fondo en el aburrimiento, porque de ahí nacen los impulsos correctos". Ahí mismo se me relaja el cuello y me dejo llevar por el aburrimiento, me abandono hasta tocar fondo en el aburrimiento y espero a que nazcan en mí los impulsos correctos. Espero saber reconocerlos cuando lleguen.