Mostrando entradas con la etiqueta lectura. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta lectura. Mostrar todas las entradas

lunes, 14 de febrero de 2022

Método Patchwork












Método Patchwork

   Leo de pie, junto a la biblioteca. El niño duerme contra mi pecho, embutido en un artefacto tan extraño como práctico que se llama mochila de porteo. Él duerme y yo me balanceo para que no se despierte, y leo al ritmo de ese balanceo. Leo en silencio, claro. Una página, dos, a veces incluso tres. En los últimos tiempos me acostumbré a leer así, de pie y fragmentos sueltos, retazos de obras, casi siempre de obras distintas. El oficio de padre, por ahora, no me permite leer mucho más. Ya no tengo tiempo de sentarme a leer horas y horas como antes. Así que leo así. 

   Leer de pie no es tan raro como escribir de pie. Se dice que Hemingway escribía de pie, delante de su máquina de escribir. Eso sí que es un poco más raro, me parece. No tengo ni idea por qué escribía de pie. Tampoco sé si también leía de pie. Pero leer de pie es algo normal. Sobre todo si son lecturas cortas. La gente suele leer de pie en la biblioteca, por ejemplo.

   Decía antes que los fragmentos que leo son casi siempre de obras distintas. Tengo la costumbre de nunca abrir el mismo libro que la última vez. No me interesa, en este momento de mi vida, mantener una continuidad en lo que leo. Prefiero leer así. Es una especie de cata, de degustación de diferentes estilos. Y esos retazos, esos fragmentos que en un principio pueden parecer muy diferentes entre sí, se unen, se ensamblan hasta conformar una especie de patchwork, algo así como una novela Frankenstein. Por eso, y por cierto afán catalogador que tengo, me decidí por llamar a esto, a este modo de leer de pie fragmentos de obras diferentes, "el método Patchwork de lectura". Un método que en definitiva lo que me permite es mantener vivo el hábito de la lectura (ya que no puedo mantener el de escritura). Leer, al fin y al cabo, es también escribir, pienso. Sobre todo si lo hago siguiendo este nuevo método patchwork de lectura, con el que, me doy cuenta, puedo ir escribiendo las historias mentalmente, hilando esos retazos entre sí, ajustándolos a mis necesidades creativas. Puedo trazar el plan novelesco mentalmente; construyéndolo, dándole vida a ese monstruo, a ese Frankenstein literario. Es esto, en definitiva, un desesperado intento de no alejarme de la literatura, de no ser sólo un padre que se balancea con su hijo colgado contra el pecho, ese hijo que ahora le ha llenado de baba la camisa a su padre. Esto también forma parte de la historia que creo mentalmente, y constituye un fragmento más para añadir al monstruo literario. El producto final lo desconozco, pero me doy cuenta de que no necesito un producto final, lo que necesito es una historia que no acabe nunca. Un patchwork infinito. Y por supuesto, siempre, un final abierto.