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lunes, 3 de diciembre de 2018

Día 41

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24 de noviembre
Me gusta saber que comparto mi afición por la meteorología con alguien más. Porque, aunque es verdad que la gente por la calle habla siempre del tiempo, en realidad no les importa cómo y por qué suceden esos fenómenos que tanto parecen inquietarles.
Así que fue un placer encontrarme ayer por la mañana que mi amigo Paterson, poeta incansable (y el repartidor del agua embotellada que compro todas las semanas), me dejó por debajo de la puerta un sobre con un poema suyo reciente para que, decía, le diera mi opinión.
No soy un experto en poesía, pero me alegró mucho ver que el poema hablaba del frío y del invierno. Ya casi nadie, me parece, escribe sobre esas cosas.
Reproduzco aquí su poema "Invierno".


Invierno.
Las ventanas cerradas.

La noche,
Demasiado temprano,
Es la primera invitada en llegar.

El queso y el vino esperan
En la mesa a los amigos
Que se van sumando,
Llegan goteando

A esta reunión
Para sumergirse
En el humo, las discusiones, las risas
Hasta que el jueves, deprisa
Le ceda el paso al viernes
Y todos felices al fin
Que casi llega el fin 
De semana.

Un ente
Monótono
Y aburrido; repetido
Hasta el cansancio. 

Yo,
Por las dudas,
Me escapo hacia adentro.
En casa, encerrado.
Peligroso animal
Hibernando. 

sábado, 12 de mayo de 2018

Día 15

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12 de mayo

Ando pensando que no ando, pero ando andando. Ayer mismo me di cuenta de esto cuando andaba pensando que no andaba simplemente porque no estaba escribiendo. Pero enseguida pude confirmar que mis investigaciones sobre la meteorología y la climatología avanzaban. Es decir, andaban andando. Lo supe cuando salí a pasear y a pensar, y en el paseo y me encontré por casualidad con un conocido que, a falta de algo mejor que decir, se le ocurrió hablarme del tiempo. Si el pobre hubiera sabido en qué se metía estoy seguro de que se hubiese ahorrado el comentario. Porque gracias a mis investigaciones sobre las ciencias climatológicas, yo ya no hablo del tiempo como algo al pasar; como para sacar conversación de donde no la hay. No. Ahora, el tiempo es para mí El Tema de conversación. Así que, ante su pregunta trivial sobre lo raro que estaba el tiempo ayer, contraataqué con una larga exposición sobre cómo las baja presiones barométricas y el descenso de los hectopascales provocarían, en las próximas horas, que aquellos nimbostratus que se veían en el horizonte se acercaran peligrosamente, para descargar fuertes precipitaciones.

Y creo que fue después de este último dato, cuando mi conocido me interrumpió bruscamente, asegurándome que tenía mucha prisa porque lo esperaban en una importante – e improbable, diría yo – reunión. Así que me dejó ahí, parado en la esquina. Y mientras lo veía alejarse pensaba yo, con una sonrisa, en el eficaz método que había encontrado para sacarme de encima a la gente que, a falta de un tema mejor, utiliza el tiempo para decir cualquier cosa.

Así que no puedo decir que no ande andando. Porque aunque no esté escribiendo puedo comprobar que avanzo. Y avanzo en muchos sentidos ya que ahora, además, gracias a mis investigaciones para la novela, no voy a verme más sorprendido por personas que me acosen con conversaciones sin importancia. Y después hay gente que dice que la literatura no sirve para nada.

martes, 1 de mayo de 2018

Día 12

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1 de mayo

Después de varios días de ausencia injustificada vuelvo al trabajo en el día del trabajador. Vuelvo a mis investigaciones para la novela. Investigaciones que ahora se alejan del esoterismo, la clarividencia y otras pseudociencias, para desplazarse hacia la ciencia pura (aunque muchas veces, como puedo comprobar ahora, echando un vistazo rápido por la ventana de casa, bastante incierta), la meteorología. La meteorología y la climatología, para ser más precisos. Investigación, ésta, relacionada directamente con cierta afinidad que tiene – tendrá – el personaje principal de la novela por los fenómenos climáticos. Digamos que su fuerte es la meteorología y, por tanto, debería ser también el mío durante el tiempo que dure la escritura de la novela. Así que me dispongo a entrar en ese mundo con los poros bien abiertos, para absorberlo todo. Un mundo que, por cierto, siempre me ha interesado muchísimo, aunque de lejos. Será quizás por aquello que solía repetirme siempre mi padre: «vos siempre en las nubes», me decía. Puede que esa sea la razón de mi interés por la meteorología, es decir, entender dónde he estado realmente todo este tiempo. Así que, para analizarlo en profundidad, decidí cargar a mi personaje con esa inquietud que me ha perseguido durante toda mi vida. Y es que desde que me dedico a escribir lo analizo todo a través de la escritura y de la literatura. Paso todas mis experiencias por ese tamiz para, con suerte, obtener algo de verdad, algo de aquella «pepita de pura verdad» de la que hablaba Virginia Woolf en su magnífico ¿ensayo?, ¿novela?, (qué más da), Una habitación propia. Así que me dispongo a nadar en las profundidades de la meteorología y la climatología para saber de una vez por todas por qué pasé tanto tiempo en las nubes. Una vez que lo tenga más claro podré llamar a mi padre y decirle que en realidad estaba equivocado y que yo no estaba siempre en las nubes, sino que más bien me la pasaba saltando de un Cumulonimbus a un Nimbostratus. Para que le quede claro.