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miércoles, 12 de junio de 2019

Día 52 (día 1)

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12 de junio

METADIARIO

Por un breve período, espero, me propongo hacer un breve inciso en el diario de escritura de la novela para darle lugar a este que será "el diario de la escritura de un cuento".
La decisión de empezar hoy, aquí, ahora, este metadiario, este diario dentro del diario, se debe a motivos más bien oscuros y, por qué no decirlo, algo esotéricos. Y es que cuando se trata de Montauk todo parece ocurrir de un modo misterioso. Esta vez no ha sido distinto. Por eso pensé que lo mejor sería llevar un diario, para dejar constancia de que los caminos de Montauk son inescrutables.
Intentaré explicarme mejor: hace algunas semanas me llegó un mensaje de mi cuñado con un enlace a un articulo que trataba sobre ciertos eventos relacionados con el Proyecto Montauk. (Lo del Proyecto Montauk es una especie de código secreto que tenemos entre los dos y que hace referencia a una historia que juntos vivimos hace muchos años, cuando los visité a él y a mi hermana en Nueva York). No voy a explicar acá nada sobre el Proyecto Montauk. Si a alguien le interesa no tiene más que buscar en internet y allí dará con toda la información necesaria sobre esa y otras teorías de la conspiración. Únicamente diré que mi cuñado y yo compartimos la creencia de que Montauk tiene el poder de "materializar" los pensamientos.
Fue quizás por eso que ese día, al ver el mensaje de mi cuñado, no me sorprendió nada comprobar, una vez más, que basta que a uno se le dé por pensar en Montauk para que Montauk aparezca. Y es que el día anterior a que me llegase el mensaje, estuve yo pensando bastante en Montauk y en la posibilidad de escribir sobre el tema. De ahí que decidiese responder al mensaje de mi cuñado prometiéndole que esta vez sí, definitivamente, escribiría un cuento sobre Montauk.
Si la casualidad existiese, diría que fue la casualidad la que hizo que al día siguiente de haber recibido dicho mensaje - y de haber decidido escribir sobre Montauk - me llegase otro, esta vez de una buena amiga que me avisaba de un concurso de relatos en el que se ofrecía un sustancioso premio económico. No pude evitar ver la conexión (eso es lo que Montauk siempre provoca en mí) así que, sin demorarme más, me senté a escribir el cuento - albergando la esperanza de que Montauk "materialice" el dinero del premio - y también a escribir este diario de la escritura de ese cuento, para, como ya dije, dejar constancia de cualquier suceso extraño que este elección pueda acarrear. Continuara...