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sábado, 6 de marzo de 2021

Día 76

Fotografía antigua - Museo Sorolla | Ministerio de Cultura y Deporte 

VOCES EN LA NOCHE

El Escritor Que Hay En Mí me despertó en mitad de la noche. «Despertate», me susurró al oído, «tengo una idea para un cuento». Yo estiré la mano hasta la mesa de noche y miré la hora en el teléfono. «¿Te das cuenta de la hora que es? Son las tres de la mañana. Si se despierta el bebé te destierro», lo amenacé. «Pero es que la idea es muy buena», me dijo, alegando que ya no se nos ocurrían ideas tan buenas y que no le gustaría dejarla escapar. Tuve que levantarme y llevármelo al baño para poder hablar más tranquilos. Intenté ser comprensivo con él. «Ya no estamos para estas cosas», le dije, «antes podíamos permitirnos despertarnos en mitad de la noche y ponernos a escribir un rato, pero ahora...». No quise seguir. Me sentí mal cuando vi su cara de tristeza. «Escribir lo es todo para mí», me dijo. «No me vengas con esas», repliqué susurrando, pero ya un poco más enojado. «Si escribir lo es todo para vos, por qué no dejás de ver tanta serie en tus ratos libres y te sentás delante de la máquina a escribir». Creo que mi respuesta lo ofendió porque de repente se giró y volvió a la cama a fingir que dormía. Al otro día no me dirigió la palabra. Eso sí, cuando cayó la noche y el bebé se durmió, sin mediar palabra, se sentó a ver varios capítulos de una serie, pero no dejó que se le hiciese demasiado tarde. Creo que estaba cansado. Al día siguiente ya me volvió a hablar, aunque no tocó más el tema de la escritura. Lo entiendo, es un tema delicado para ambos.

domingo, 20 de mayo de 2018

Día 16

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20 de mayo

Durante mucho tiempo, como Proust, yo también estuve acostándome temprano. Y parecía que eso era algo que incomodaba a la gente que me rodeaba. «¿A las diez en la cama?», se sorprendían. Sí, y es que considero que la noche está sobrevalorada. Muchos hablan de la tranquilidad y del silencio que se experimenta por la noche, pero a ellos les digo que prueben a levantarse a las siete y se darán cuenta de que este silencio, apenas interrumpido por el trino de los pájaros, es un silencio mucho más audaz. Me atrevería a decir (porque también he vivido muchas noches y lo sé) que el aparente silencio de las noches, lo rompen unos ruidos mucho más perversos que ahora prefiero evitar.

Déjenme mis mañanas frescas y luminosas, dejen que me aleje de la oscuridad. Por la mañana todo es más sincero, nadie oculta sus miserias detrás del maquillaje. En una cara de dormido se pueden leer muchas cosas. Hay más verdad en la marca que deja una almohada sobre una mejilla que en muchas confesiones etílicas en la barra de un bar. En unos ojos hinchados se puede ver la historia de la humanidad. En un alegre «buenos días» y en el olor del pan recién hecho o del café, puede estar encapsulada toda la felicidad.

Me gusta trabajar por las mañanas. Sentarme a escribir mientras, de fondo, escucho cómo se levantan las persianas de los negocios del barrio. Escucho a la señora de la florería que le da los buenos días al panadero. La vecina que saca sus perros a pasear y los pasos de la gente que va a trabajar me inspiran. El mundo desperezándose me inspira.

Por eso, ahora me voy a dormir que ya son las diez y cuarto y se está haciendo tarde. Mañana hay que madrugar así que apaguemos las velas. Espero que nadie se sorprenda o se sienta incómodo por esta confesión. Buenas noches.