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viernes, 20 de septiembre de 2019

Día 65

Mariano Re - Vidas Pasadas

20 de septiembre

Las plantas que puse hace un tiempo en mi estudio, con la intención de decorarlo un poco, están cada día más grandes y frondosas. Parece que les gusta su nuevo hogar. No soy un gran cuidador de plantas, pero me siento orgulloso con el resultado. Una, la más grande, la he tenido que quitar del estudio y ponerla en el salón porque ocupaba ya demasiado lugar y me desconcentraba; y además me hubiese impedido, en el caso de que esto suceda algún día, poder bailar de contento cuando escribiese algo genial e inteligente (todavía sigo a la espera). Pero, como decía, estoy contento con el resultado. El estudio parece ahora más acogedor, más colorido. Eso sí, creo que aún falta algo en las paredes. Quizás podría poner alguna foto o algo así. Se me ocurre que podría poner una foto de Onetti que me gusta. Es una foto en la que el escritor uruguayo sale mirando a la cámara y apuntando con un dedo amenazador. Sería como tener a Onetti todo el tiempo mirándome y amenazándome con algo terrible si no escribo. Puede que la ponga delante del escritorio, para que me recuerde todos los días cuál es mi labor. Además, si le sumamos el mate que descansa en mi escritorio, le daría al estudio un toque rioplatense. Puede que hasta termine por poner unos tangos de fondo cada vez que me siente a escribir.   

sábado, 28 de julio de 2018

Día 27

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28 de julio

El día de hoy se cierra con un fuerte dolor de cuello por haber estado demasiadas horas delante del azul eléctrico de la pantalla. Y como resultado, han quedado apenas algunas páginas completamente prescindibles que, probablemente, mañana cuando las relea acaben en la papelera. Pero en lugar de seguir quejándome, prefiero disfrutar de la recompensa que siempre me queda al terminar el trabajo. Ahora ya puedo sentarme a leer tranquilo, por placer, sin la presión del que trabaja. Me quedan pocas páginas para terminar "Los adioses" de Juan Carlos Onetti. Una maravilla. Así que dejemos de lado la frustración y despidamos el día como se merece. Leyendo.

Y como siempre suele hablarse de la importancia de los comienzos en las novelas y de las primeras frases, me despido transcribiendo la primera frase de este magnífico libro que, me parece, es la primera frase más misteriosa que he leído hasta ahora.

"Quisiera no haber visto del hombre, la primera vez que entró en el almacén, nada más que las manos; lentas, intimidadas, y torpes, moviéndose sin fe, largas y todavía sin tostar, disculpándose por su actuación desinteresada". 

Me despido.

Adioses.