lunes, 22 de julio de 2019

Día 58

Cotilleos, Mariano Re
22 de junio

De la novela nada de nada. No hay caso. Cada vez que intento ponerme a trabajar en ella empiezo desde el principio. Solo se me ocurren variaciones del principio. No hay manera de que pueda continuar desde donde lo había dejado. Las escenas nuevas que debería estar construyendo se me escapan, se diluyen en el mismo momento en que me siento a trabajar. Por lo tanto, he decidido dejar de pensar en la novela y dedicarme a desarrollar otras ideas que hace rato me están rondando por la cabeza. Sobre todo para unos cuentos. Algo de respiración corta, asmática. Eso es lo mío últimamente (es que me ha atacado una tos bastante importante y no se me va). Creo que es lo mejor para no sentir que me quedo estancado o que empiezo las cosas una y otra vez. A veces ese tipo de obsesiones cansa y no sirven de nada. Es como cuando alguien te dice algo con mala intención y te vas a casa sin haberle respondido nada, pero le das mil vueltas a todo lo que tendrías y podrías haberle dicho, y te pasas así las siguientes horas formulando y fabulando las frases más ingeniosas y certeras que nunca salieron de tu boca en el momento adecuado.
Pero me estoy desviando. Volviendo al tema de los cuentos, hoy por ejemplo me pasé toda la mañana retocando unos cuentos viejos que tenía archivados. Los releí y no estaban tan mal (no sé si está bien que lo diga yo), así que me dispuse a arreglarlos. Digo que pasé toda la mañana pero es mentira. En realidad fueron solo un par de horas. La otra parte de la mañana la pasé en la puerta de calle, charlando con Rosi, la portera del edificio nuevo en el que vivo. Me contó un montón de cosas interesantes sobre los vecinos. Cosas que, en realidad, me decían mucho más sobre quién era ella que sobre quién eran mis vecinos, pero bueno. La cuestión es que me puso al día de cómo están las cosas por el vecindario. Para que me vaya enterando de dónde me metí, me dijo Rosi. "No crea que me gusta hablar mal de la gente", agregó. Y después me advirtió sobre ciertas malas compañías que visitaban a la chica del tercero, y sobre los ruidos extraños que se escuchaban los domingos por la tarde en el segundo piso. No supe a qué se refería con eso de "ruidos extraños", pero puede que lo compruebe más adelante, algún domingo. Así que me entretuve un buen rato con las historias de Rosi. Y hubiésemos seguido charlando si no fuese porque en un momento nos interrumpió mi nuevo repartidor de agua embotellada, con quien yo todavía no tengo ninguna conexión, pero al parecer Rosi sí, porque en seguida me dejó en mitad de una frase y se fue detrás del repartidor, y lo acompañó en su recorrido por todos los pisos y le reía los chistes con unas carcajadas que me parecieron muy desproporcionadas.
De cualquier manera, me alegro de poder ir haciéndome al barrio y a su gente. Estoy seguro de que no pasará mucho tiempo antes de que pase yo también a formar parte de las historias de Rosi. No me extrañaría que ahora mismo estuviese escuchando detrás de mi puerta el golpeteo de las teclas de la computadora y que esté haciendo conjeturas sobre ese ruido extraño que se oye en mi casa. Después, seguramente, se lo contará a otro vecino y ahí sí, definitivamente, pasaré a ser uno más. Y tengo que admitir que eso me reconforta. Es un buen modo de convertirse en personaje.

viernes, 12 de julio de 2019

Día 57



12 de julio

"Leer es soñar de la mano de otro", dice Pessoa. Y yo lo leo a él y sueño, agarrando fuerte su mano para que no se me escape.

lunes, 8 de julio de 2019

Día 56 (bis)

Levrero (Mariano Re)













8 de junio
Me aburro.
Leo, pero no me concentro. Me duele el cuello. Tampoco logro sentarme a trabajar, así que doy vueltas por la casa. Hago cosas rutinarias para olvidarme de que me aburro y de que me duele el cuello. No funciona, sigo aburrido y dolorido. Me pongo a hacer unos ejercicios para estirar el cuello, pero el alivio dura solo unos segundos. Me siento, me levanto, me vuelvo a sentar. Me siento culpable por no estar escribiendo, así que me siento a escribir. En realidad escribo más bien por puro aburrimiento. Me pregunto si servirá de algo y en seguida me viene a la cabeza una frase de Mario Levrero que decía que "vale la pena llegar al aburrimiento, tocar el fondo en el aburrimiento, porque de ahí nacen los impulsos correctos". Ahí mismo se me relaja el cuello y me dejo llevar por el aburrimiento, me abandono hasta tocar fondo en el aburrimiento y espero a que nazcan en mí los impulsos correctos. Espero saber reconocerlos cuando lleguen.

lunes, 1 de julio de 2019

Día 56 (día 3)





















1 de julio
METADIARIO
Bueno, ya está. Ayer por la noche puede entregar, por fin, el cuento para el concurso. Digo cuento, pero en realidad lo que presenté es otra cosa muy distinta. Llamarlo cuento me da cierto pudor. Es una especie de engendro que probablemente ni siquiera califique para ser evaluado. Pero bueno, es todo lo que pude hacer dado que Montauk no estaba de mi parte y se había empeñado en "materializar" un bloqueo creativo bastante potente. Al menos logré presentar algo que era lo que me había propuesto y era lo que le había prometido a mi cuñado. Me quedo tranquilo; porque a pesar de todo conseguí sacar fuerzas de algún lado y llegar hasta el final de la cuestión, que era escribir sobre Montauk. Ahora ya no pienso en el premio. Sería inútil, y Montauk me lo hizo saber. Así que este metadiario puede acabar hoy, aquí, o puede que continúe, en el caso de que algo extraño suceda con el cuento que presenté. Como ya dije, los caminos de Montauk son inescrutables. Veremos.